El Perú avanza. El balance de los primeros tres años de  Gobierno, lo resume el mismo Gobierno en esa frase. Sin embargo, a tenor de las palabras del mismo presidente García habría que añadir: Pudo ser mejor.

Hay dos embalses que han colisionado. El primer embalse es un estado burocrático, elefantiásico y obstruccionista. Esas viejas estructuras se resisten al cambio, la modernidad y el ritmo que tienen otros estados. Es por ello que el Gobierno debe asumir el reto prioritario de la Reforma del Estado. Sin este esfuerzo, el país tendrá un pesado lastre en su marcha hacia el futuro sumado a la incapacidad de gobernar y la gran tendencia a la corrupción.

El segundo embalse es el de las expectativas reprimidas. La de la población, que se sustenta en más de siglo y medio de frustración, razón por la que exige (con todo derecho), mucho más de lo que realmente se puede hacer. Si a esto agregamos el optimismo que todos los políticos expresan respecto a nuestra economía, es obvio que la población espere más. Pero, por otro lado, existe el embalse de deseos frustrados de parte del Gobierno.

Teniendo recursos en sus manos existe la voluntad de hacer cuanto antes, lo que no se pudo hacer anteriormente, por inexperiencia, corrupción y porque no se contaba con los medios para hacerlo.

Se ha empezado a disparar por todas partes. Lastimosamente, el tren arcaico que es el Estado con piezas enmohecidas y paradas, hace mucho tiempo se niega a andar. Los burócratas prefieren la norma al desarrollo.

A la frustración hay que añadir la desesperación. Quienes rigen los destinos del país saben que la historia es un conjunto de oportunidades sujetas al tiempo y al espacio.

Esos tiempos no son eternos, tienen una duración limitada. Estamos en el tiempo del despegue, y debemos despegar. Más tarde, es probable que no estemos en condiciones de hacerlo.

Ante esta situación, quienes si hemos entendido el mensaje del tiempo, no podemos quedarnos impávidos, indiferentes, confiando que uno solo empuje la atascada carreta.

Proponemos nuestro esfuerzo. El que, le de al Gobierno, apoyado por pueblo, las mejores armas para decidir. Proponemos hacerle llegar el mensaje directo del pueblo; sin intérpretes.

Pero a la vez, a través de algunas preguntas, decirle a la Nación, cual es el camino que se debe tomar. El viejo tren se niega a andar, pero de lo que,  la soberanía popular se ha percatado, es que existe una incapacidad para gobernar y una gran tendencia a la corrupción. Después de mucho tiempo está en manos del pueblo, porque han escuchado el mensaje de la historia y el reto del futuro.

Pudo haber sido mejor, esperamos que pronto, sea mejor nuestro país con Gobernabilidad Democrática: política y económica, aprovechando los avances del mundo globalizado.